El mexicano es muy ingenioso, pero desgraciadamente no tiene la cultura de valorar un invento y mucho menos de registrarlo, entonces una idea que puede ser muy brillante simplemente se queda en la empresa y ésta obtiene el beneficio, indica.
“El simple hecho de modificar un tornillo, que es una cosa sencillísima, puede dar a ganar muchísimo dinero, millones de dólares”, expresa.
Desgraciadamente en Ciudad Juárez no se han explotado la invención y el registro como debe hacerse, entonces los inventores pierden la posibilidad de proteger su idea y obtener ingresos, dice.
Por ejemplo, en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey, casi todos los negocios tienen registrados sus nombres y obtienen recursos con ellos.
“En cambio en Juárez hay muchos negocios que aunque tienen 30 ó 40 años usando una marca, nunca la registraron”, agrega. “Y surgen personas que se aprovechan y se les adelantan en el registro, y luego se tiene que hacer un juicio para recuperar la marca”.
Cientos de inventos que se desarrollan en esta ciudad, sobre todo por técnicos y obreros de la industria de maquila, simplemente “se regalan” a las empresas debido a la falta de cultura para registrar las creaciones y obtener ingresos por la propiedad intelectual.
Mientras tanto, muchas personas que trabajan libremente optan por dejar de registrar sus diseños ante la serie de problemas que deben enfrentar, como trámites complicados y costosos, el pago de miles de pesos para obtener el dominio sobre la patente desarrollada y cubrir renovaciones anuales.
De hecho, los registros se hacen principalmente en el comercio y en los servicios, con un 90 por ciento del total de inscripciones, pero en forma general para evitar que algún oportunista robe el nombre de un restaurante, bar o negocio bien acreditado y luego tengan que pagarle para que les permita usarlo.
En sentido contrario, algunas plantas extranjeras sí logran aprovechar el talento de los inventores juarenses –que han producido innovaciones tan famosas como el sistema automotriz de frenos antibloqueo–, a quienes entrega miles de dólares por sus diseños, les da reconocimientos y los becan para que desarrollen su capacidad.
Mientras tanto, muchas personas que trabajan libremente optan por dejar de registrar sus diseños ante la serie de problemas que deben enfrentar, como trámites complicados y costosos, el pago de miles de pesos para obtener el dominio sobre la patente desarrollada y cubrir renovaciones anuales.
De hecho, los registros se hacen principalmente en el comercio y en los servicios, con un 90 por ciento del total de inscripciones, pero en forma general para evitar que algún oportunista robe el nombre de un restaurante, bar o negocio bien acreditado y luego tengan que pagarle para que les permita usarlo.
En sentido contrario, algunas plantas extranjeras sí logran aprovechar el talento de los inventores juarenses –que han producido innovaciones tan famosas como el sistema automotriz de frenos antibloqueo–, a quienes entrega miles de dólares por sus diseños, les da reconocimientos y los becan para que desarrollen su capacidad.
“Las acciones no razonadas son tan inútiles como los enojos posteriores” (Abel Desestress)
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