Inventos que cambiaron el curso de la humanidad.
El dinero es probablemente uno de los inventos decisivos de la humanidad, sin dinero, como sin lenguaje-gramática, el progreso no hubiera sido posible. Así que gramática y dinero (y penicilina) forman parte de los inventos estelares de la humanidad. Pero el dinero tiene mala prensa, huele, significa poder y siempre es escaso. Con el dinero se atragantaron los clásicos y los modernos, las religiones y los estados. Y en su nombre, como en el de la libertad, ¡cuántos crímenes y dislates!
Poner precio al dinero ha sido una de las tareas más polémicas de los precursores de la economía como ciencia, y de los economistas profesionales. A nadie se le escapa que el dinero es uno de los factores de producción y que tiene precio, porque los precios son la mejor señal para estimar necesidad, oportunidad o conveniencia.
El diccionario otorga varias definiciones a la voz interés, ninguna suficientemente precisa, ninguna concluye que es el precio del dinero, que sería lo más sencillo y claro. La tercera acepción propone: «lucro producido por el capital». Y con el interés, entendido como precio del dinero, surge el debate: ¿Puede tener precio adicional al propio valor intrínseco del dinero? Porque el dinero es, entre otras cosas, medida de valor, y si añade intereses (precio) por disponer de él, se llega a un valor añadido que trajo de cabeza de Aristóteles a San Agustín. El español Martín de Azpilicueta, avanzado el siglo XVI, introdujo orden y sentido en el debate. No se dejó trastornar por el olor y el color del dinero para entender que era una mercancía más, peculiar, pero mercancía.
Para complicar el debate llegó pronto el concepto de «usura», que tiene peor prensa que el dinero, que es delito en algunos casos y también pecado para muchas religiones. El diccionario tampoco ayuda, califica la usura como «interés que se lleva el dinero», aunque luego añade: «interés excesivo en un préstamo». El concepto «excesivo» complica las cosas. Precio excesivo, va contra el precio justo, y coloca el interés en zona moralmente intolerable. ¿Pero quién y cómo determina el justiprecio para el dinero? Si el precio depende de la utilidad, el del dinero para quien anda muy necesitado, desesperado, no tiene límite, tiende a infinito si es para comprar la vida o la felicidad.
Así que el dinero y su precio precisan claridad, algo de protección, mucha transparencia y andarse con cuidado y mucho ojo, porque puede producir utilidades desmedidas, hasta alcanzar precios asombrosos. Complicada materia esta del dinero, el interés y la usura; uno de los eternos debates. Pero ¿se imaginan el desorden que produciría la ausencia de dinero y de un precio para obtenerlo? Así que prudencia ante la usura y el interés, que no son sinónimos, que viven en distinto piso pero que mezclados pueden ser material explosivo.
“La fácil es moneda corriente, lo otro es nadar contra corriente” (Abel Desestress)
lunes, 18 de agosto de 2008
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